Uso los naranja porque me suben la autoestima. Si no fuesen tan incómodos, me atrevería incluso a usar tacones y así subiría también el pan en el supermercado que frecuento. El peinado es cuestión de tres minutos. Si sigo interesado, puedes cronometrarme uno de estos días.
Centrate en mi ojo derecho, a tu izquierda, y olvida la ptosis palpebral, que la cirugía estética oculta minuciosidades pero realza defectos. El peso varía en función de mi trabajo. No me preguntes en mi día de descanso. La altura la suficiente para dejarme pisar y salir al paso. Una. Dos. No tres veces. Lo siento, todos tenemos nuestras limitaciones, y una de las mías es no mantener conversaciones absurdas. No es ironía, es mi persona.
¿A qué hora se cena? Comienzo a desconcentrarme con niveles de azúcar bajos, como cualquier mortal. No tomo comida rápida, ni como rápidamente. Si tienes prisa puedes pagar la cuenta. Tarta de queso con salsa de chilli para el postre, por cierto. (...) No te ignoro, es un lapsus. Ahora vuelvo. Disfruta del silencio. ¿Estás?.
Y regreso a la cama, alzo el brazo y me deshago de la luminosidad. Limitado en el espacio, pero afortunado de dormir conmigo mismo. Otro numero de teléfono fuera de la agenda.
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