Desaté los cordones y me deshice de los zapatos. Abrí los brazos, y con ellos se ensancharon todos los órganos de mi cavidad torácica. Divisé mis omóplatos despidiéndose entre sí para dar comienzo al viaje.
Y al mismo tiempo que yo al ras del suelo, microvellosidades traspasaban toda mi persona hasta nacer tras de mí. Amplias, suaves y cautelosamente cultivadas. Como recién dibujadas. Alas que dan vida a los sueños. Sin duda alguna, la invitación más deseada a experimentar. No he de perder el tiempo. No tengo excusas para permanecer sereno.
Fue sencillo. Al menos, no tan complejo como imaginaba. Nada de dolor, mas tan intenso que impide conciliar descanso. Aún me escucho susurrar - Tantos duendes, tantas hadas. Tanto tiempo y tantos sueños. Tanta magia que divulgar -
No hay comentarios:
Publicar un comentario