sábado, 25 de julio de 2009

Al caer...

Desaté los cordones y me deshice de los zapatos. Abrí los brazos, y con ellos se ensancharon todos los órganos de mi cavidad torácica. Divisé mis omóplatos despidiéndose entre sí para dar comienzo al viaje.

Y al mismo tiempo que yo al ras del suelo, microvellosidades traspasaban toda mi persona hasta nacer tras de mí. Amplias, suaves y cautelosamente cultivadas. Como recién dibujadas. Alas que dan vida a los sueños. Sin duda alguna, la invitación más deseada a experimentar. No he de perder el tiempo. No tengo excusas para permanecer sereno.

Fue sencillo. Al menos, no tan complejo como imaginaba. Nada de dolor, mas tan intenso que impide conciliar descanso. Aún me escucho susurrar - Tantos duendes, tantas hadas. Tanto tiempo y tantos sueños. Tanta magia que divulgar -

domingo, 19 de julio de 2009

Cerrojo en Mi mayor

Esta semana no estaré por casa. Sé que no forma parte de tu lista de interrogantes, pero no trates de definir mi destino. Me resulta difícil recordar lo que deposité en mi mochila. Sin embargo, tengo constancia de que tus slips preferidos están ubicados a la izquierda, en el bolsillo pequeño. Pienso ponérmelos todos los días, al salir de la ducha. Así, tras dejar correr la suciedad de mi cuerpo en el baño de cualquier hostal barato, volveré a impregnarme de aquello que más añoras.

He respirado profundamente en consecutivas ocasiones. No obstante, créeme. Esta vez te prometo que respiré para hacer sonar el solo instrumental más preciado de la partitura. Y qué crescendo. Y a la vez, qué solo. No te resultará extraño que abriese las ventanas después de hacerlo. Acto seguido, me cercioré de disponer de la tarjeta de débito. Tengo el pasaporte caducado, pero supuse que no sería mayor inconveniente. Tras pensar, he deliberado que, a día de hoy, la policía sería la autoridad menos indicada para determinar cuándo he de escapar de mí mismo. De nosotros. De esta partitura con puntos de repetición que suena exactamente a lo mismo que hace semanas.

No logro descifrar si voluntariamente me impulso a andar, o si he sido empujado, abandonado, exiliado de esta desafortunada y, a mi parecer, desintencionada emancipación. Trato de indagar en mis fallos, en los tuyos, en los de ambos y en aquellos que a ninguno se asocian. Aún así, nada fluye con normalidad en los senderos de mi raciocinio. He decidido no culparme y seguir tus consejos. Voy asimilando que, a pesar de la pura realidad, yo soy el romántico. Precisamente por eso, decidí seguir un mapa, sin nombre, pero con direcciones a la vida sabe dónde. Voy descubriendo mi lado más racional.

Antes de marchar, he recordado que nunca tuve ganas de salir de aquí. Por ello, no te asustes si encuentras la puerta abierta. Fue idea mía, por si al girar la esquina el viento me impulsa a volver y no tengo fuerzas para respetarte. Una cosa sí. Si las condiciones meteorológicas no me frenan, recuerda los besos, las caricias, los masajes. Sobre todo, recuerda los abrazos. Y si por algún motivo cambias de opinión... recuerda mi nombre. No el que todos utilizan, sino el que tú empleas cuando quieres tenerme. Será un placer volver a oírlo susurrar a la vuelta de este viaje.

Sin más que decir, pedirte que descanses y sueñes... No es necesario que me llames, trataré de recordar tu voz antes de ir a dormir. No te preocupes por los mensajes, no hacen la misma ilusión cuando se envían sin magia. Y si dispones de tiempo, sal a la calle y pasea. Que la brisa borre las huellas del llanto y de pie a aquellas que aún están por llegar, las cuáles espero, marcarán la diferencia. Ojalá pronto. Ojalá cerca. Ojalá ahora.

U.E.V.O.L.