miércoles, 25 de febrero de 2009

Escucha...

Rumiante. Obsoleta. Decadente. Impertinente. Te avisé de tu maldad y te pedí preparación al evento. Cuán desobediente. Careces de frenos y presumes de potencia. Asumes un papel que daña al personaje en esta pesadilla que sigilosamente desarrollaste. Paseas entre los puentes del amor y el odio sin contar las millas que avanzas, o retrocedes. Te pedí concentración y me agradeces tu existencia con baladas de infierno. No mereces ser considerada.
Ahora que me vacío de ensueño, y consciente te llamo, te pido que me abandones. Llévate tu halitosis de viaje, que amargo es recordar que haces sangrar arterias en esqueleto. Piérdete entre las pesadillas de otro viajero, que suficiente tuve y tengo. Y si en el caminar encuentras almas gemelas, permaneced en reunión y huir lejos. Más aún. Que en estas cuatro paredes sólo son bienvenidos la magia y el tiempo.

Un placer perderte. Optimista anhelo.

Después de tí

Tardaste. Me pregunté si trabajabas. No me culpes por ello, que sé a ciencia cierta que esa faceta ocupa el 90% de tu vida. Me asustaron tus palabras al leerte, hasta que recordé que no eres la única que vuela por Madrid. Otros lo hacemos en tierrar británicas. Te escuché y partimos de viaje juntos. Han pasado algunos meses desde que no hablamos. Pero sigues siendo tú. Tal vez cansada tras una jornada de trabajo, tal vez disuelta en compuestos sanguíneos o perdida en la química de medicamentos. Pero eras tú.
A pesar de haber saciado mis ganas de oírte tras diez minutos, mantuvimos conversación por mucho más. Lo más preciado: los silencios. Lo más interesante: tu sonrisa - es única. Y ahora que ya no suena tu voz, sino el recuerdo de tu gemir, me atrevo a darte las gracias por tus consejos. El más valioso de ellos fue un "no te olvides de respirar". Aún consciente de que lo hago de forma involuntaria, me pregunto por cuánto tiempo. Incluso me surge la duda de si alguno de los dos entendimos el significado de tal premisa en algún momento.
Ya puedes quitarte la ropa. Que brille la suciedad, que digna es de ser persona. Duerme entre el desorden, que tal vez así tenga significado el sueño. Mañana mírate al espejo y recuerda lo que has conseguido. Y si vuelves a ascender en el universo... házmelo saber. Que fue precioso el paisaje e ireemplazable tu compañía. Cierra los ojos y recuerda que te quiero.

La antropía es individual. Marca los límites de tu desorden. Lo que dicte la sociedad no es más que basura que algún día dará lugar a escombro.